
En tiempos de crisis, las personas atesoran (los que pueden) en bienes o valores más rápidos y fáciles de volver líquidos, como son las divisas por ejemplo.
En tiempos normales una forma de ahorrar segura es hacerlo a través de ladrillos (construcciones) y tierra.
El sector inmobiliario ha sido una fuente de refugio y de ahorro para muchas generaciones en este país, y lo seguirá siendo.
El apremio económico actual y el mismo progreso que no espera a nadie ni se detiene, lleva a que la gente se desprenda de las propiedades en busca de liquidez o simplemente buscando mejores horizontes. El mercado es un reflejo de esto y de muchas variables más.
Actualmente ocurre que tener una propiedad ociosa no vale de nada si las necesidades básicas personales y de la familia no son satisfechas. Encima hay que pagar sus impuestos que constantemente vienen con aumentos y punitorios por mora, hay que pagar mantenimientos, limpieza, roturas, servicios y otros biri biris que siempre ocurren y que producen gastos.
Ante este escenario, puede ser conveniente desprenderse de aquello que produce pérdidas y gastos para generar la circulación de esos valores hacia algo más productivo o necesario.
Esto es otra de las causas que provocan el aumento de la oferta de mucha cantidad de propiedades que antes no tenían necesidad de estar en el mercado.