
Tenga cuidado con los “tasadores” que utilizan el método de los cinco dedos (más o menos) o de aquellos que hacen los cálculos a ojímetro. Eso es poco serio y, por supuesto, nada profesional.
Un buen tasador no solo da un dictamen imparcial sino que explica de dónde sacó los datos comparativos y las relaciones que estimó para llegar al valor que propone el mercado.
Esto me lleva a aclarar que las tasaciones no son gratis. Llevan su tiempo hacerlas correctamente. Tiempo profesional que debiera ser retribuido como corresponde. Muchas veces, y es de uso habitual, el martillero utiliza la tasación para captar la venta del inmueble a tasar, dejando de lado cualquier pretensión de cobrar sus honorarios. Forma de trabajar que lleva sus riesgos.
Existen tres tipos de tasaciones: las estimativas, las ordinarias y las extraordinarias.
Las estimativas son aquellas hechas por profesionales que conocen ese mercado y hacen una estimación del valor de manera general, por comparación o de manera empírica debido a la práctica y experiencia que tienen.
Las ordinarias donde se aplican varios métodos, explicaciones y pruebas apoyando el dictamen.
Las extraordinarias son las más completas y minuciosas que generalmente se usan en materia judicial como en el caso de liquidación de bienes, sucesiones, litigios, etc. donde un juez o una empresa como un banco solicita un informe en el que sea necesario el detalle minucioso de métodos, fuentes, medios y demás por parte de un profesional del tema.
Cualquiera puede ponerle un precio o valor a algo, pero no cualquiera puede valuar las cosas.